La tóxica descortesía masculina

Cuando una mujer se atreve a hacerle frente, es tratada de “problemática”. 

Ayer (23 julio 2020), Alexandria Ocasio-Cortez se puso de pie y dio uno de los mejores discursos que se han oído en el pleno de la Cámara de Representantes al no solo señalar al congresista por el estado de Florida, Ted Yoho,  por haberse referido a ella como “asquerosa”, “loca” y “puta de mierda” en las escaleras del Congreso en frente de reporteros el día martes de la misma semana, sino también por dejar en claro de qué manera este tipo de lenguaje es normalizado y proferido todos los días en contra de las mujeres sin importar quiénes sean.

Fue un discurso oratorio excepcional, claro y reflexivo acerca de algunas de las dinámicas que están más vinculadas al desequilibrio de poder de género en la vida política, pública y personal. 

Después de que el exabrupto de Yoho fuera reporteado por el medio The Hill, él ofreció un discurso de disculpa ante el pleno de la Cámara que más bien fue una justificación a su actuar. “Habiendo estado casado por 45 años y con dos hijas, estoy muy consciente de mi lenguaje”, dijo Yoho, en un discurso donde no solo no mencionó el nombre de Ocasio-Cortez , sino que también se rehusó, sin razón alguna, a “disculparme por mi pasión, o por amar a mi Dios, mi familia y mi país”.

Fue la falta de disculpa y no su exabrupto original, dijo Ocasio-Cortez el jueves, lo que la incentivó a dar su propio discurso en donde desmonta uno a uno el uso simplón de Yoho a la asociación familiar y domestica con mujeres como evidencia de su respeto hacia ellas. Ocasio-Cortez señaló que ella también era la hija de alguien y que eso en ningún caso las protege a ella y a otras mujeres, también hijas y esposas, del impacto de la degradación y menosprecio sexista.  

“Puedes tener hijas y acosar a mujeres sin remordimiento”, dijo Ocasio-Cortez. “Puedes… proyectar una imagen al mundo de ser un hombre de familia y acosar a mujeres sin remordimiento y sintiéndote impune. Sucede a diario en nuestro país”.

El electrizante discurso dio voz a las experiencias, frustraciones y enojo de millones de mujeres y hombres que han visto moldeados sus días, vidas y realidades por expresiones a menudo abusivas, a veces vulgares, propias del poder patriarcal. Entre los talentos de Ocasio-Cortez como política está su habilidad para conectar y comunicarse clara, intelectual y emocionalmente con las multitudes; el discurso que dio el jueves puso aquellos talentos en evidencia y fue ampliamente ovacionada por ello. El editor en jefe del New Yorker, David Remnick, escribió una columna sugiriendo que Ocasio-Cortez posee el “dinamismo retórico” por años ausente de la Cámara de Representantes y alabó su defensa de la decencia, “principios e innumerables mujeres”, mientras que Howard Dean, ex jefe del Comité Nacional Demócrata, tuiteó: “Ahora estoy convencido de que AOC tiene lo necesario para postularse a la presidencia y ser elegida”.  

Sin embargo, algunas de las coberturas mediáticas al impacto y resonancia que generó el discurso de Ocasio-Cortez perpetuaron exactamente el desequilibrio de poder de género que el discurso se propuso desafiar en primer lugar. El conflicto iniciado por Yoho y al cual respondió Ocasio-Cortez, fue reproducido en el New York Times como ejemplo de la agresiva ambición política de Ocasio-Cortez y no como respuesta a las fuerzas que por mucho tiempo han hecho que el poder político sea elusivo para mujeres como Ocasio-Cortez, y una norma asumida por hombres como Ted Yoho.

La historia del Times sobre el discurso llevaba por título “A.O.C Desata una Condena Viral del Sexismo en el Congreso” y partía señalando que Ocasio-Cortez, la mujer más joven en el Congreso, quien llegó en 2019, “ha trastocado las tradiciones”. El artículo se refirió a su discurso del jueves como “rompedor de las normas” y describió los discursos de sus colegas – incluyendo uno en donde Pramila Jayapal recordó ser descrita como una “jovencita” que no “sabía nada de nada” por parte del congresista por Alaska Don Young – como un momento de “agitación cultural”.

Todas estas palabras de algún modo presentan a Ocasio-Cortez y sus colegas mujeres como las fuerzas caóticas y problemáticas desatadas en este escenario, sugiriendo que ellas rompieron normas que el exabrupto original y profano del congresista Yoho aparentemente no lo hizo, porque quizás sus palabras no fueron entendidas como irritantes y rompedoras de las normas, ya que referirse a las mujeres de forma ofensiva, en tu cabeza o con tus amigos o en las escaleras de tu lugar de trabajo, está más cercano a la norma de lo que la mayoría quiere reconocer. 

Tal como lo señaló Mark Harris en Twitter, el Times solo reprodujo el epíteto completo en un artículo referido a Ocasio-Cortez leyéndolo en la sesión de la Cámara de Representantes, después de negarse a reproducir las palabras en una historia anterior, cuando habrían sido atribuidas a Yoho. Esto dio la leve impresión de que la única persona que sí dijo “puta de mierda” fue la propia AOC, y no el hombre que se las dijo a ella. Más aún, el periódico la describió como “remarcando cada sílaba del insulto”, reforzando la visión de las declaraciones de Ocasio-Cortez como agresivas, sin reconocer que si bien ella reprodujo el insulto, pronunció su discurso en los tonos más calmados y cordiales que se puedan imaginar. (Un artículo previo en el Times sobre la falsa disculpa de Yoho y la respuesta inicial de Ocasio-Cortez a esa “disculpa” la describió como habiendo “reprendido” a Yoho, y abrió con una descripción de cómo ella “rechazó enérgicamente” su disculpa).

Reporteros del Times escribieron que Ocasio-Cortez “se destaca al usar a sus detractores para amplificar su propia marca política” (la marca de Ocasio-Cortez es tema frecuente en las coberturas mediáticas; es raro que el hombre blanco con poder sea visto como un constructor de marcas; ellos tienen carreras). El Times describió cómo, a raíz de las palabras de Yoho, “la experta en medios, la Srta. Ocasio-Cortez,  se puso en acción para generar contenidos virales que escandalizaran”. Podría parecer inocuo llamarla “experta en medios”, pero el hacerlo convierte una fortaleza – fluidez mediática y, por tanto, agudeza comunicativa – en una debilidad y oculta el hecho de que no fue Ocasio-Cortez quien generó el escándalo en primer lugar.

Al describir la decisión del equipo de Ocasio-Cortez  respecto a cómo responder, el Times puso citas aterradoras en cuanto a sus planes de “discutir cómo ella ‘fue acosada y ridiculizada públicamente’”, en vez de simplemente reportear que ella había sido…acosada y ridiculizada públicamente. Todo esto sugiere que de algún modo ella se había confabulado para montar toda esta escena; que sus acciones fueron intencionadas y egoístas, mientras que Yoho fue solo un actor pasivo, que su única contribución a la situación aportó la plataforma de la cual ella se podría beneficiar. El Times escribió: “Los republicanos han ayudado por mucho tiempo a presentar a la Srta. Ocasio-Cortez como una encarnación de los males del Partido Demócrata, una jugada que la Srta. Ocasio-Cortez ha sabido aprovechar para reforzar su reputación de mujer desafiante y segura de sí que no se deja amedrentar por nadie”. 

No hay en el artículo reconocimiento alguno de que Ted Yoho, que no carece de ambición política y profesional, estuvo también construyendo su marca al decidir acosar a Ocasio-Cortez en frente de los reporteros. Tampoco hay reconocimiento alguno de que se benefició. El porcentaje de estadounidenses que habían oído de “Ted Yoho” ha aumentado exponencialmente en las últimas 48 horas, y ahora su nombre resonará heroicamente entre un amplio espectro de estadounidenses que odian a las mujeres y a AOC.

Lo que también es verdad y no se ha comentado, es la forma en que la degradación y el repudio hacia las mujeres – tan repulsivo, tan demencial, pero como también nos lo recuerda Jayapal en sus ejemplos: tan infantil, incompetente, irracional y estúpido – ha sido clave para la construcción y el mantenimiento del desproporcionado poder masculino en la vida política, económica, social y sexual en Estados Unidos. Y esto es previo a que lleguemos a situaciones en que la ubicuidad del lenguaje deshumanizante y agresivo hacia las mujeres pueda tener implicancias violentas muy concretas, tal como el reciente asesinato del hijo de la jueza Esther Salas a manos del anti feminista Roy Den Hollander, y la excesiva violencia masiva de hoy en día nos lo demuestran a menudo.

¿De qué otra manera poder despejar el camino que no sea describiendo a las mujeres como incapaces, desagradables y no profesionales?  Porque ya sea que los hombres lo digan a viva voz, que lo griten en la calle o frente a reporteros políticos, el menosprecio hacia las mujeres que aspiran a ser sus pares – sus adversarias ideológicas y electorales y competidoras por el poder – les ha servido para quitar de sus propias trayectorias profesionales los potenciales impedimentos. Sin embargo, el oportunismo del hombre blanco, ya sea en la forma del insulto agresivo exhibido esta semana por Yoho, o simplemente aceptando las ventajas que la sistemática falta de respeto por los demás les ofrece, no suele ser examinado como la fuerza activa que siempre ha sido. 

Por el contrario, estamos condicionados para reconocer las reacciones de aquellos que no son hombres blancos hacia los hombres blancos como si fuesen una suerte de camino válido para acceder al poder. Se nos enseñó, de muchas maneras, que quienes no son blancos tienden a jugar ciertas cartas – raza y género – para avanzar, mientras que los hombres blancos simplemente… avanzan. El poder del hombre blanco se ha asumido de manera tal, que no se distingue de lo que reconocemos como “poder”, y con ello, la implicancia soterrada de que aquellos con autoridad merecen, justa y honestamente, esa autoridad; en cambio, quienes desafían la autoridad y sus abusos son hábiles manipuladores. Esto es lo que molesta particularmente en el caso de Ocasio-Cortez, ya que lo que ella muy bien hizo esta semana fue parte de su trabajo: la que consiste en representar a las personas y sus experiencias y comunicarlas de forma efectiva a favor de todos quienes han experimentado desventajas. En otras palabras, ella sí mereció los réditos que logró esta semana.

Mientras tanto, el abuso del poder patriarcal sigue sin ser considerado como una violación de las normas o la cortesía, como problemático o caótico. Por el contrario, simplemente coexiste con la autoridad, el mandato, la humanidad de los hombres blancos; es solo una expresión de su poder.

Considere la manera en que el propio Yoho explicó su escarnio hacia Ocasio-Cotez en su discurso en la Cámara de Representantes como una expresión de su “pasión”, como si fuese sinónimo de su fe en Dios y su amor por su familia. Y que el colega de partido de Ocasio-Cortez, el representante Stency Hoyer, inmediatamente respondió al discurso de Yoho al referirse a sus palabras como “apropiadas”, porque “el lenguaje que usamos sí importa”.

Claro que importa. El lenguaje usado en contra de Ocasio-Cortez importa mucho, y seguirá importando en la medida en que ella se siga encumbrando en la política estadounidense.

A medida que leemos a los comentaristas contar la historia de la ambición, la experticia y las motivaciones de las mujeres, las cuales sin duda son fuerzas motivadas políticamente – como lo han sido para los muchos hombres que las han precedido en la política estadounidense –, espero que la gente recuerde que el análisis no es incorrecto, exactamente, pero lamentablemente sí es incompleto. Porque a menos que podamos ver cómo los hombres blancos han sacado ventaja del sexismo y racismo para su propio beneficio – cómo han construido su propia “marca”, la marca Estadounidense – a expensas de las putas de mierda de siempre, no estamos realmente leyendo la historia completa.

Por Rebecca Traister / Traducción: Francisco Larrabe

Julio 24, 2020 

https://www.thecut.com/2020/07/aoc-speech-ted-yoho-new-york-times.html

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