Un fantasma recorre chile…el fantasma de la “modernización del Estado”

Cuando vamos a imprimir o ajustar nuestros escritos en un procesador de texto podemos seleccionar el formato de papel A4, también conocido como DIN A4 ¿Qué significa DIN A4? “Doitchen Industrie-Norm Nº 4”. Lo hizo la burocracia alemana Guillermina y perdura hasta nuestros días en clasificación de tornillos, tuercas o ampolletas, todas tienen el número DIN.

Hacía el 1900 solo países como Alemania e Inglaterra contaban con funcionarios de carrera propiamente tal, la contemporánea burocracia. Al igual que nuestra época la compresión del Estado no era un tema sencillo en aquel período. Buena parte del mundo de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX no conocía ni era promotor de un rol predominante del Estado en materias como la economía, salvo un grupo olvidado pero influyente a principios del siglo XX denominado, los socialistas de cátedras. Estos socialistas era un grupo de académicos alemanes que promovían e investigaban la posibilidad de que el Estado interviniera de forma hegemónica en el desarrollo de la economía, tal rol era poco valorado tanto por los/as socialistas como conservadores y liberales de fines del siglo XIX. Será durante la eficaz lucha alemana en la Primera guerra mundial que el mundo observará maravillado lo que el propios General alemán Erich Ludendorff denominó como Socialismo de Guerra

La pujante y descollante burocracia estatal emerge en el mundo contemporáneo de la mano de un complejo escenario mundial en el que comienzan a desarrollarse una serie de teorías o principios de gestión que la comienzan a configurar como tal y le dan proyección durante el siglo XX en buena parte de los Estados del mundo en el que comienza a diseñarse, promovidos por el movimiento obrero, cosas como la educación pública, la salud pública o la planificación centralizada de la economía. 

Tras los eventos político-económicos conocidos del siglo XX, el campo de investigación y gestión del Estado comienza paulatinamente a desplazarse, desde la década del 70, de una coordinación administrativa pública de la economía industrial capitalista, con variantes desde la Unión Soviética hasta el New Deal de EE. UU, a una coordinación administrativa privada de la economía. 

Los fundamentos de estas nuevas teorías sobre el rol Estado se encuentran en el edificio conceptual del New Institutional Economics y, en especial, en las teorías de la opción pública (egoísmo), de los costos de transacción (oportunismo) y del agente-principal (desconfianza). En general, estas teorías asumen que la eficacia y efectividad de la acción del Estado puede ser alcanzadas a través de la una precisa definición de objetivos para proveer servicios públicos, la medición del desempeño para obtener esos objetivos, la descentralización de la toma de decisiones al momento de abordar los objetivos propuestos y el uso de los mercados competitivos para esos proveer servicios públicos. 

Con todo, y a pesar de las enormes agendas promovidas en las últimas décadas en todo el mundo, estas nuevas teorías sobre el Estado carecen de coherencia interna en su implementación y no han tenido los efectos prometidos. Por estos motivos, por un lado, mientras la teoría económica del agente-principal asume la existencia de un bajo nivel de confianza (por eso se concentra en diseñar incentivos y sanciones y la medición del desempeño), las teorías gerenciales se concentran en el liderazgo y la innovación (que demandan confiar en la creatividad y emprendimiento de los equipos de gestión, enfatizando la satisfacción de los clientes y la calidad), generando un crecimiento de funciones y programas incoherentes. Y, por otro lado, la promoción de un Estado pequeño y desburocratizado ha quedado como una promesa que no puede ser respaldad en términos empíricos ya que el crecimiento de estas funciones ha creado nuevos equipos dentro del Estado. 

En concreto, esta agenda modernizadora fraguada en la vieja ODEPLAN en tiempos de dictadura, opta en general, por la celebración de contratos individuales con las instituciones que recibirán contribuciones para la mejora de la calidad de sus procesos por periodos relativamente cortos y que se enfocan en resolver problemas específicos o en desarrollar capacidades puntuales. Para la definición de tales contratos, se desarrollan procesos concursales anuales en función de convocatorias que definen tipos de financiamiento disponibles, prioridades de asignación, criterios de evaluación y procedimientos para la formalización de los contratos y su seguimiento cuyo objetivo es fomentar una gestión vertical y el desarrollo de incentivos por desempeño y el modelamiento, monitoreo y evaluación del desempeño a través de indicadores, en marcados en la metodología de proyectos, que facilita la evaluación de las propuestas de mejora presentadas y especifica su seguimiento temporal en función de hitos claramente establecidos.

Tras 30 años de fomentar y promover este tipo de gestión Estatal es poco optimista el balance. La desarticulación y el crecimiento desproporcionado del Estado en materias de control en desmedro de otras han desembocado en una burocracia, ocupando el estudio de Alvesson & Spicer (2012), estúpida. Esto no quiere decir que las personas que realizan estas labores son estúpidas y deban ser remplazadas por Phd´s y “técnicos” como parece ser el nuevo canto de sirena, sino que el rol que deberían cumplir en la coordinación administrativa pública de la vida social ha sido sustituido por teorías sin evidencia empírica promovida por una reingeniería social fracasada. Revertir eso no es fácil, pero en ello consiste la verdadera modernización, y que por lo pronto es volver a escuchar y estudiar, por paradójico que suene, a nuestra vieja burocracia previa a la dictadura cívico-militar en aspectos como nacionalizaciones, inversión pública, gestión educativa, coordinación de sistemas nacionales integrados, impuestos, etc.

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