Los neoliberales no desaprovecharán esta crisis

Entrevista a Philip Mirowski

Traducción: Francisco Larrabe

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Muchos analistas especularon con que la crisis financiera del 2008 marcaría el fin del neoliberalismo. Sin embargo, vimos una oleada de privatizaciones y reducciones en los servicios públicos. Hoy en día, las fuerzas mejor posicionadas para explotar la pandemia del coronavirus siguen siendo las mismas que detentan el poder: los neoliberales que han estado moldeando la agenda política económica durante décadas.

En noviembre de 2008, apenas unas semanas después de que Lehman Brothers colapsara, el Jefe de Gabinete de Barack Obama, Rahm Emanuel, insistió en que la crisis bancaria no solo eran malas noticias para los neoliberales. Tal como lo expresó el ex miembro del directorio de Freddie Mac, el dramático tumulto fue también la oportunidad de despejar algunas trabas – incluso impulsar aún más el proyecto neoliberal. En sus palabras, “Tú nunca deseas que una grave crisis se desperdicie. Me refiero a que es la oportunidad de llevar a cabo cosas que crees no pudiste concretar antes”.

La cita inspiró el título del libro que publicó en 2013 Philip Mirowski, Never Let a Serious Crisis Go to Waste: How Neoliberalism Survived the Financial Meltdown. El libro les valió una reprimenda a todos quienes asumieron que la crisis simplemente debilitaría las premisas dominantes de la política económica de las últimas décadas – o que los neoliberales no reaccionarían.  Lejos de que los rescates estatales a la banca mostrasen que el neoliberalismo había acabado, se produjo, de hecho, una mayor ola de mercantilización de los servicios públicos, junto a años de austeridad.

Hoy, enfrentados a la pandemia del coronavirus, muchos observadores han nuevamente señalado una oportunidad para la izquierda de cambiar la agenda económica. Estas afirmaciones parecieran estar fomentadas por la masiva intervención estatal, como también por el amplio énfasis político respecto a la importancia de los servicios públicos. Sin embargo, la preocupación de la mayoría de los países de Occidente por estimular la actividad económica – sin ir más lejos, las ruidosas protestas para terminar con el cierre – también muestra cómo las fuerzas reaccionarias y privatizadoras pueden fijar el tono políticamente.

De cara a la nueva crisis, Mirowski habló con el conductor del podcast Politics Theory Other, Alex Doherty. Ambos debatieron las respuestas neoliberales a la pandemia, los éxitos que creen ya han ganado, y los peligros para la izquierda.

 

Hace poco volví a leer tu libro del 2013 respecto al neoliberalismo y la crisis financiera, Never Let a Seriuos Crisis Go to Waste. En él, de algún modo buscaste explicar por qué, a pesar de la crisis y de todos los diagnósticos que decían que aquella estaba llevando al neoliberalismo a la muerte, la crisis post 2008 en realidad reforzó, de varias maneras, el dominio del este. Una vez más, hoy estamos ante una crisis que parece plantear una profunda amenaza a los neoliberales. ¿Podrías partir esbozándonos qué entiendes por “neoliberalismo” y cómo tu mirada difiere de otras descripciones?

Yo y un grupo de personas con las que trabajo – Dieter Plehwe, Quinn Slobodian y otros – tendemos a definir el neoliberalismo principalmente en términos de los grupos históricos que han desarrollado el pensamiento político neoliberal, más que esculpir una lista tipo Los diez mandamientos de lo que es y no es el neoliberalismo.

Un punto sobresaliente, creo, es que el neoliberalismo no es una defensa por el laissez-faire y el pequeño estado. Muy por el contrario, la lección que el trabajo sobre el neoliberalismo ha mostrado es que se trata de estados fuertes que construyen el tipo de sociedad de mercado en la que creen los neoliberales.

Más allá de varias diferencias propias de los países y culturas, creo que hay un punto en común. Los neoliberales de verdad creen que las personas son inherentemente malos entendedores: no pueden solucionar sus problemas pensando. Por supuesto que esto suena como una doctrina muy negativa: p.e., nos dicen que las personas no son capaces de comprender la naturaleza de sus problemas y perseguir sus propios objetivos democráticos.

Sin embargo, para los neoliberales existe una respuesta alegre: el mercado. Y han cambiado el significado de lo que es el mercado desde el temprano pensamiento económico que tendía a tratarlo como una asignación de recursos escasos. Tienden a pensarlo más como un problema epistémico: que el mercado es el más grande procesador de información conocido por la humanidad. Esto partió con Hayek, pero luego se alimenta de los otros pensadores principales.

Esto es importante porque quiere decir que las personas tienen que ser persuadidas a entender políticamente que ellos tienen que, en cierto sentido, admitir que el mercado sabe más que ellos. Por tanto, tienen que ajustar sus esperanzas y sus miedos a lo que el mercado les diga que es necesario. Este punto aúna a varias sub escuelas del neoliberalismo, las que varían desde la Escuela de Chicago, pasando por la Escuela Austriaca, los Globalistas de Génova, los Ordo Liberales alemanes, etcétera. 

Esas distintas sub-escuelas pueden alimentar a tendencias políticas muy distintas. Por ejemplo, podemos pensar en un neoliberalismo asociado con un tipo de internacionalismo liberal, como Tony Blair y George Osborne en el contexto británico, pero otros asociados con un nacionalismo reaccionario…

Esa es otra razón de por qué, a pesar que algunas personas dicen que el neoliberalismo ha sido efectivamente rechazado por los recientes acontecimientos políticos, si sabes algo de su historia, ves que existen enfoques neoliberales drásticamente diferentes sobre cuáles deberían ser las actitudes de cualquier gobierno en particular.

Por supuesto que existe la internacionalista que cree que básicamente no debería haber un control nacional sobre el comercio internacional, y que todo debería estar dominado por el mercado. Pero lo interesante es que al acercarnos más al presente, existió una sub escuela nacionalista del neoliberalismo, al menos en los Estados Unidos, que estuvo asociada con Murray Rothbard, que defendía sin tapujos una suerte de populismo de mercado y que flirteó con tendencias más fascistas dentro de la política económica.

Una o dos personas han señalado, de manera muy interesante, que mucho de lo que consideramos trumpismo autoritario ya era defendido por estas posiciones rothbardistas hace veinte años atrás, incluyendo a “America First”: la idea de que los expertos son el mayor peligro, que tenemos que “dejar que la persona decida” qué creer y que el mercado destruirá, de algún modo, a todos estos expertos y permitirá a las personas expresarse realmente por su cuenta. Esto es muy extraño, pero también bastante relevante a los sucesos actuales.

¿Crees que eso se inspira en un periodo más temprano del neoliberalismo, la era Reagan-Thatcher? En el contexto de Inglaterra, al menos, el autoritarismo y conservadurismo de esa temprana fase del neoliberalismo es olvidado con frecuencia.

Existe una idea de que el neoliberalismo surgió como oposición al autoritarismo, y estoy seguro que así es como lo pensaron figuras como Hayek. Pero como señala Thomas Biebricher, el verdadero problema es que sus teorías no visualizaron cómo iban a hacer para que las personas en general  aceptaran sus “reformas” cuando, por supuesto, no les iba a agradar ninguna de ellas, ya que no comprenderían cómo el mercado sabe más que ellos. Esto puso a los neoliberales en un aprieto: ¿Cómo iban a lograr sus objetivos políticos? Por tanto, aquella incógnita los llevó a reconocer que el autoritarismo es el único camino práctico para triunfar. Esa es la lógica a las que los conduce su posición.

Pienso que aquello no es un argumento abstracto, más bien es una lección táctica aprendida. Lo que yo, junto a otros investigadores llamamos “Pensamiento Neoliberal Colectivo”, es un intento por construir la capacidad política que pueda tomar ventaja de situaciones de crisis y moverse rápidamente para imponer el tipo de reformas que ellos consideran ideales. Estoy consciente que esto suena un tanto a Naomi Klein – lo cual es razonable en cierto sentido – pero creo que es más profundo aún. Han construido un extenso banco de ideas y de personas capaces de moverse muy rápidamente cuando surgen crisis y alcanzar así sus objetivos. Yo sostengo que eso fue lo que hicieron el 2008, y sin duda alguna es lo que van a hacer ahora.

El sueño de la izquierda pareciera prever que el virus va a desaparecer y las personas despertarán y verán que el calentamiento global sí es un problema y cambiarán la manera en que ven el mundo. Pero esto está tan alejado de la propia comprensión política que tienen los neoliberales, de su necesidad de golpear mientras el escenario sigue convulsionado. Los neoliberales también conversan entre ellos y ya en esta fase de la crisis hay discusiones sobre lo que para ellos son éxitos políticos. Y uno no tiene esa sensación de parte de las discusiones de la izquierda, o de los medios más diversos.

¿Cómo son esas discusiones – me refiero a temas como la desregulación ambiental que han sido posibles gracias a la crisis?

Sin duda es bastante pronto para decir algo, y solo puedo hablar del contexto estadounidense, que es la discusión que he estado siguiendo. Uno no oye de estos planes en los medios. Pero están hablando de cosas específicas: por ejemplo, todo tipo de éxitos, desde su punto de vista, con respecto a los desarrollos médicos.

Ellos ven la destrucción de los controles de drogas de la FDA, el impulso de la telemedicina privada, que es algo que han propuesto durante varios años, pues buscan librarse de la idea de que una persona pobre deba poder ver a un doctor cara a cara. También ven estos desarrollos como bloqueos para un sistema de pago único estatal en los Estados Unidos – creen que la crisis lo hizo menos probable que antes.

También les agrada la idea que la crisis esté transformando a la industria farmacéutica en un sector “heroico” después de que han habido varios frenos políticos en contra ellas y que estaban teniendo una mala reputación. Todo eso se está deshaciendo en estos momentos. Les encanta la idea de que la crisis está, de manera solapada, generando una reingeniería de la educación superior. Por mucho tiempo han sostenido que la educación superior es algo que la mayoría de las personas no puede permitirse costear. Ahora, lo que va a ocurrir es la masificación de la educación a distancia, incluso en la enseñanza primaria. Esto está incentivando la educación en casa, algo de lo que siempre han estado a favor. Se está impulsando la privatización de la educación primaria, esto es grandioso… Les agrada la idea de que un efecto inadvertido de la crisis es que termine por morir el servicio postal del estado.

Estos son los tipos de proyectos que por años han tenido en el horno. Y ahora dicen, “esta es nuestra oportunidad”. En parte es una consecuencia no deseada de la crisis, pero también porque los neoliberales están listos y dispuestos a darles el último empujoncito para que estos proyectos se lleven a cabo.

Creo que el efecto más potente que podemos ver son las demostraciones para reabrir la economía. Esto demuestra que han aprendido desde la última crisis: el Tea Party, si bien quizás no emergió en la última crisis como un fenómeno de falsos movimientos de base (astroturfed (1) ), sí fue, finalmente, cooptado por grupos de interés. 

Sin embargo, ahora se han desenmascarado a estas organizaciones de psuedo movimientos de base (astroturfed)  y lo que ellas han hecho, que es estallar esta revuelta partiendo de casi nada hasta tener un vasto conjunto de demostraciones coordinadas a nivel estatal con consecuencias inéditas para el futuro de las políticas en Estados Unidos. Pero aún así, la izquierda no le está prestando suficiente atención en absoluto.

Lo que estás describiendo es drásticamente distinto de la discusión que hay en la izquierda, la cual ve la crisis como un momento de oportunidad. Mirando a Estados Unidos desde fuera, mucha gente diría que lo que está sucediendo justifica el caso de implementar Medicare for All: el hecho de que Estados Unidos tenga un desastre con la salud pública sin comparación a nivel internacional, haría, tal como ellos lo ven, que un sistema de salud nacional o similar, sea viable. Y mientras tanto está el movimiento “reabran la economía”, presuntamente neoliberales que para empezar no estuvieron muy contentos con el cierre. A su vez estamos viendo la valorización de trabajadores claves como las enfermeras, doctores, etcétera, que no sería lo que los neoliberales quieren. Por tanto, ¿es tu visión completamente pesimista?

Bueno, veámoslo en dos niveles. Primero, empirismo práctico. Si es que la crisis está haciendo que Medicare for All tenga más chances en Estados Unidos, entonces ¿por qué, con los dos paquetes de rescate que hemos tenido hasta ahora, los demócratas han sido totalmente incapaces de obtener algún tipo de pago integral, incluso para testear y tratar a las personas contagiadas con Covid-19?

Más aún, el tipo de cosas que sí obtuvieron en estos rescates fueron increíblemente limitadas, incluso en lo relativo  a medidas con las que habrías esperado ser políticamente popular, por ejemplo, el gobierno pagando por, incluso, aspectos limitados de testeos y tratamientos. Por ende, la idea de que las personas van a pensar esto y decidir que lo que necesitamos es un sistema de pago único en Estados Unidos es políticamente inverosímil.

¿Cuál es el resultado probable de esta depresión producida medicamente? Lo que probablemente suceda es que el virus no se vaya a ningún lado. Está toda esta tontería sobre volver a la normalidad después de aplanar la curva, como si fuese a haber una vacuna. Pero eso es totalmente falso. El virus no va a desaparecer, habrán oleadas de brotes de ahora en adelante, y no seremos capaces de volver a como vivíamos antes de la pandemia. 

¿Cuáles son las implicancias? Vamos a ser golpeados por políticas de derecha realmente desagradables que ni siquiera experimentamos al final de la última crisis. Ya estamos viendo elementos de fascismo – y empleo el término deliberadamente – que van a ser fomentados a medida que las personas se desilusionen más con el rumbo que toman las cosas. Viendo el caso de Estados Unidos, ciertamente estarán decepcionados porque el virus no desaparecerá y todos los controles tendrán que volver a imponerse. Eso conducirá a una nube de desesperación. Pero al mismo tiempo, también estamos viendo la grave caída económica y social de Estados Unidos. Esa es la verdadera consecuencia del día a día, al menos para quienes viven en el país.

 La gente se dará cuenta que su estándar de vida, su capacidad política, sus privilegios, etcétera., se están deteriorando incluso en relación con otros países, incluido el este de Asia. Muchos han sostenido lo mismo, por lo que no es del todo improbable que suceda. ¿Cómo va a afectar esto a la política? La empeorará. En cierto sentido, Trump no es lo peor, pero después viene la siguiente fase, porque lo que está sucediendo en la derecha y entre los neoliberales es que ellos están ya jugando rápido y cómodamente con esta rebelión de Covid-19 que está ocurriendo, porque piensan que pueden controlarla.

Las analogías históricas no siempre son perfectas, pero esto es similar a lo que ocurrió en la Alemania de Weimar. Los industriales pensaron que podrían controlar a los grupos  marginales como los nazis, etcétera, y que estaba bien utilizarlos contra sus propios enemigos políticos. Esto es exactamente lo que está aconteciendo hoy. ¿A dónde nos lleva esto? Nos lleva a una situación en donde los industriales pierden el control de estos grupos que se vuelven más fascistas, más racistas y más nihilistas.

La izquierda está constantemente hablando acerca de un mundo más alegre que podría venir, pero no está mirando la política real que se está desarrollando frente a ellos en estos momentos.

Volviendo a la crisis financiera, escribiste aquello en un momento en que organizativamente la izquierda estaba prácticamente en cero. Desde entonces, vimos la emergencia de la izquierda socialista en el país, como lo fue la campaña de Sanders, el retorno de la izquierda (desde que fue derrotada) en el Partido Laborista de Inglaterra. ¿Sientes que el mayor tamaño de la izquierda en Estados Unidos e internacionalmente desde ese entonces entrega algún motivo para el optimismo? ¿Y piensas que existe una comprensión más sofisticada del neoliberalismo que en ese periodo, cuando este estaba más identificado con el laissez-faire, el estado pequeño, etcètera.?

Yo sí pienso que el neoliberalismo se está comprendiendo mejor. Ahora cuando doy charlas no tengo que decir por qué no es un sistema de laissez-faire. Creo que eso ya está comprendido del todo. Es más, las personas de izquierda sí están leyendo a estos escritores neoliberales, en vez de improvisar como acostumbraban. Todo eso es positivo.

Pero, contrario a aquello, también pienso que ha habido un buen trabajo comparando cómo la izquierda entiende la organización política versus la derecha.

Theda Skocpol ha hecho un trabajo fantástico, primero actuando como una antropóloga dentro del Tea Party para entender cómo funcionan. Pero ella también tiene un amplio número de estudiantes que han indagado la verdadera organización política detrás de los neoliberales, en particular con los seminarios Koch.

Ella también hizo que su gente mirara cómo la izquierda entiende la organización y los financiamientos en algo llamado Democratic Alliance (Alianza Democrática) –  que es lo más cercano que puedes encontrar a los seminarios Koch, pues ambos reúnen a millonarios, en parte para guiarlos ideológicamente y en parte para solicitar fondos para actividad política. Skocpol y sus colegas han comparado estas dos instituciones. La comparación es ilustradora, pero también aterradora. 

Básicamente, la diferencia está en que el grupo Koch son leninistas sin complejos – su frase es “tenemos que asumir el control”. Aquello no pone en discusión; ellos dictaminan lo que sus aliados deben creer: por ejemplo, su programa sigue una doctrina neoliberal y estos millonarios son importunados y se les pide dinero para llevar a cabo el programa. La Democracy Alliance, en cambio, es más bien como un “mercado de ideas” – y uso este término neoliberal de forma deliberada. Al igual que Occupy, presume que la actividad política comenzará a burbujear a partir de militantes sin estructura, a quienes la alianza reunirá en una suerte de mercado – o circo – donde cada uno expone su discurso y luego los ricos deciden qué les gustó y qué no en términos de inversión.

A diferencia de los seminarios Koch, donde el financiamiento está estructurado en un banco que ellos controlan en su totalidad y donde simplemente les das el dinero sin ninguna condición a cambio, en la Democracy Alliance el financiamiento no es continuo y los donantes pueden, constantemente, participar en las actividades políticas que escojan – todo lo contrario del leninismo. Al repudiar la doctrina de izquierda previa, la izquierda se ha vuelto mucho más neoliberal en términos de cómo realizan su actividad política; y la derecha más leninista. La izquierda está predispuesta a perder si sigue operando como lo está haciendo.

Entonces, ¿la izquierda debería replica la manera de cómo se organiza la derecha?

Cuando comencé a trabajar en esta temática, le seguía planteando el tema al público: “¿Por qué la izquierda no tiene un equivalente a la Sociedad Mont Pelerin?” Por supuesto, la respuesta es, “no creemos en estas estructuras autocráticas y jerárquicas”. Además, la izquierda ha perdido la fe en el trabajo intelectual de la vanguardia. Por eso, y de alguna manera, creemos que los proyectos y entendimientos políticos están destinados a emerger desde la población en general – un tipo de populismo que vive en el corazón de la actividad y pensamiento político de izquierda en este momento. Por el contrario, lo que se conoce como “populismo” de derecha está, de hecho, altamente organizado para que parezcan movimientos de base (astroturfed). La izquierda tendrá que decidir cuánto de eso puede soportar. La pregunta que tú planteas es: ¿qué aprende uno de dedicar años estudiando a estos tipos? Y lo que aprendes es por qué la izquierda es diferente y por qué se está quedando atrás.

Claramente, un efecto de la crisis es hacer más visible la mano del estado en la economía. Una reacción es que la gente le pida tiempo al neoliberalismo. ¿Pero podríamos estar mirando más hacia una transición a un modelo de neoliberalismo más autoritario, más cercano al modelo chino? ¿Cómo encaja China en tu enfoque?

La verdad es que no estoy pendiente de China – y uno necesita saber bastante para siquiera hablar sobre lo que explica su ascenso como hegemonía política. Pero incluso no sabiendo mucho de China, podemos ver que desarrollaron un tipo de modelo para acumular la mayor parte de la capacidad de fabricación del mundo y se dieron cuenta de que esa es una de las principales variables para convertirse en una hegemonía mundial. 

Ese es un aspecto que creo que la izquierda no piensa demasiado. Ser capaces de controlar los aspectos industriales y de manufactura de la sociedad es mucho más poderoso políticamente de lo que los economistas han reconocido en el pasado. Para ellos todo esto es indiferente; como sea, el mercado dictamina que te especialices y tengas ventajas comparativas. Creo que eso ha sido refutado por la historia reciente.

También creo que parte de lo que está sucediendo es que la gente está viendo que el sistema estadounidense se está derrumbando de distintas formas, pero no creo que estas las haga más favorable para la organización estatal.

Daré un ejemplo. Aquí, en Estados Unidos, tenemos un sistema de salud en gran parte privatizado, el que – como la mayoría de los que viven en el extranjero lo saben – produce los peores resultados en ranking internacionales. Y aún así, estamos en una crisis donde se esperaría que este sistema desmesuradamente costoso debiera a lo menos ser capaz de ajustarse. En cambio, lo que vemos es que los hospitales no pueden ganar dinero a costa de los pacientes con COVID-19, en gran medida a causa de los esquemas de seguros poco confiables y administradores de beneficios farmacéuticos (ausentes en el resto del mundo). Por lo tanto, lo que ocurre es que los hospitales dejan fuera otros tratamientos, lo cual reduce su rentabilidad y los obliga a despedir a doctores y enfermeras. Los trabajadores del área de la salud están siendo despedidos en medio de la pandemia, a la vez que los medios los elogian como “héroes”. Es increíble ver las evidentes inconsistencias a las que da lugar este sistema. 

La población se dará cuenta que se está produciendo algo básicamente malo. ¿Pero cómo reacciona a eso? La gente de izquierda parece inclinada a prever que la gente inferirá que la organización del mercado es el problema; yo no lo creo. Yo creo que las cosas tomarán mucho más que un giro político. La izquierda intentará encontrar todo tipo de chivos expiatorios sobre quién es responsable, mientras que los neoliberales van a fomentan una niebla de pos-verdad. Y podría fácilmente volverse en contra de la izquierda.

(1) El término empleado en inglés es Astroturfed, que deriva, a su vez, de Astroturfing, que en el ámbito político es la práctica de ocultar a los patrocinadores de un mensaje u organización (por ejemplo, política, publicitaria, religiosa, etc.) y aparentar que se origina y es apoyado por movimientos de base. El término opuesto a Astroturfing  es Grassroots, que hace mención a los grupos de base social. En términos generales, el Astroturf es un tipo de fibra sintética que se emplea en campos deportivos en vez del pasto verdadero (grass).

Publicado el 16 de mayo en Revista Jacobin |https://jacobinmag.com/2020/05/neoliberals-response-pandemic-crisis

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