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El Polibio Rojo: La teoría de la república democrática de Otto Bauer

“Nosotros vislumbramos una república democrática.”

-Otto Bauer, Democracia y Socialismo (1934)

Este artículo1 reconstruye las reflexiones teóricas del austro-marxista Otto Bauer en torno a la república democrática. Demuestra cómo Bauer lleva a cabo sus reflexiones a partir del conflicto irreductible en torno al ejercicio de la autoridad, prestando también la debida atención al impacto que tienen las formas legales y políticas existentes en los ámbitos de articulación del conflicto antagónico. Para ello Bauer elabora un ciclo de tres etapas por las que pasa la república democrática: democracia proletaria, república popular y una conceptualización innovadora de la dictadura del proletariado como telón de fondo para la estabilización y defensa de las instituciones democráticas. Las reflexiones de Bauer refinan conceptos centrales del marxismo político2 y los relacionan con la teoría democrática.

Basándome de manera general en el ciclo de constituciones de Polibio, Bauer puede considerarse un “Polibio rojo”. Analiza con seriedad las diferentes etapas de la república y revela cómo se encuentran conectadas entre sí. Finalmente, este artículo demuestra que el trabajo de Bauer otorga vastos recursos para teorizar las vinculaciones mutuas y la interrelación entre conflicto social y forma política.

1. Introducción: forma política y conflicto social

El historiador griego Polibio asume un papel influyente en la historia del pensamiento político. Sus famosas “Historias” proporcionan una descripción exhaustiva del período entre 264 y 164 A. C. En el sexto libro de “Historias”, Polibio discute la constitución romana, en donde elabora una morfología de las formas constitucionales, apoyándose en la distinción entre monarquía, aristocracia y democracia, tal como había sido desarrollada por Platón y Aristóteles. Polibio conecta estas tres formas en un “ciclo de revoluciones constitucionales”, mediante el cual los modos respectivos de gobierno “cambian”, “son transformados” y “retornan nuevamente a su etapa original”:3 La monarquía corre el riesgo de colapsar en tiranía; el gobierno aristocrático de los “mejores” puede degenerar de forma latente en el gobierno oligárquico de unos pocos. Y aunque la democracia puede parecer la única alternativa frente a estos desenlaces, incluso esta es susceptible de convertirse en una oclocracia, es decir, una forma caótica de gobierno de la muchedumbre. La intención de Polibio al esbozar este ciclo es demostrar la superioridad de la república romana, que se basa en una constitución mixta de las tres formas de gobierno, evitando así la degeneración hacia la corrupción. En la constitución mixta de la república romana, cada elemento de la misma se enfrenta a un contrapeso capaz de mantenerlo bajo control. La configuración institucional del Cónsul, el Senado y el Tribunado plebeyo corresponde a una combinación de elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos y, por lo tanto, previene que una forma de gobierno se convierta en hegemónica por sobre las demás. De este modo, argumenta Polibio, el orden constitucional es capaz de lograr el bien común.

No fue otro que Maquiavelo quien nuevamente puso la atención sobre el ciclo de Polibio, aunque modificándolo en un aspecto crucial. Mientras Polibio se apegaba a una visión de buena gobernanza republicana, Maquiavelo interpreta el ciclo desde un ángulo diferente. Considera que el auge y decadencia de las formas constitucionales tienen sus raíces en un conflicto constante que gira en torno al ejercicio del gobierno político.4 Maquiavelo remonta la historia de los órdenes políticos a dos actitudes contrapuestas: los umori o ‘humores’:

“Obviamente, para tomar el control de este tipo de estado se necesita el apoyo del pueblo, o bien, el de las familias ricas, los nobles. En cada ciudad es posible encontrar estas dos posiciones políticas en conflicto: está el pueblo, deseoso de dejar de recibir órdenes y de ser oprimido por las familias nobles, y están los nobles, deseosos de oprimir al pueblo y darles órdenes.”5

Maquiavelo combina las ideas de Polibio sobre esta tendencia retroalimentadora del gobierno político con la evidencia de un contrapeso equiprimordial [N. del T.: Gleichursprünglich. Literalmente: “igual origen”. En filosofía: fenómeno vinculado simultánea e indisolublemente con otro, adquiriendo su significado específico solo en el contexto del otro]. Maquiavelo va más allá del mero escrutinio de la peligrosa propensión de los gobernantes a la dominación, identificando los “humores” no dominantes que cuestionan continuamente la legitimidad de todas las formas de dominación. Asocia esta actitud crítica principalmente con aquellos sometidos a la autoridad política. Estas dos actitudes representan los dos lados de un conflicto persistente en torno al gobierno político ubicado en el corazón de todas las constituciones. Estos dos lados actúan como fuerzas motoras detrás del proceso de ascenso o descenso social.6

Esta línea de pensamiento ha sido retomada en años recientes por las teorías de la democracia radical que enfatizan la importancia y primacía del conflicto por sobre la forma política institucionalizada.7 Según estos enfoques, la democracia no puede reducirse a un arreglo de instituciones liberales en el que las elites políticas ocasionalmente alternan posiciones. Más bien, una noción sólida de democracia debe reconocer el antagonismo fundamental que implica la brecha inherente entre quienes gobiernan y quienes son gobernados. Por lo tanto, el conflicto social en última instancia adquiere primacía por sobre las instituciones políticas y legales existentes. Sin embargo, esta línea de pensamiento presenta una laguna en términos de la relación entre el conflicto social y su morfología o articulación política. En concreto, no se aborda adecuadamente la influencia retroactiva de las formas políticas existentes en los ámbitos de articulación del conflicto social.

En lo que sigue, sostengo que encontramos una serie de reflexiones mucho más enriquecedoras en cuanto a la relación entre forma política y conflicto social en el trabajo teórico de las corrientes marxistas asociadas con la Internacional de Viena (Unión Internacional de Trabajadores de Partidos Socialistas) en las décadas de 1920 y 1930.

Este artículo busca demostrar que las reflexiones teóricas tomadas de las corrientes “socialistas de izquierda” de esa época proporcionan amplios recursos para una descripción más matizada de la gobernanza política, que es sensible a la interrelación entre conflicto social y forma política (II.)8. El texto contextualiza estas reflexiones, que tienen sus raíces principalmente en el marxismo político, con miras a la teoría democrática. Sobre la base de la herencia teórica del austro-marxismo y la obra de Otto Bauer (una de las figuras políticas e intelectuales más destacadas de aquella corriente), se reconstruye una teoría de la república democrática. Bauer distingue entre diferentes fases políticas (que describo como “Estados agregados”) caracterizadas por modos específicos y únicos de articular el conflicto social (III.). A pesar de estar en deuda con la tradición socialista, Bauer reformula los conceptos centrales del marxismo político, principalmente el de la “dictadura del proletariado”, y los concilia con la teoría democrática (IV). Finalmente, ilustro cómo el enfoque de Bauer puede aportar una comprensión particular sobre la crisis contemporánea de la democracia occidental (V.).

2. El austro-marxismo

A pesar de todos sus sesgos economicistas, la tradición marxista siempre ha abordado conceptos políticos. Es cierto que lo político, y la política como tal, no asumen en el marxismo el papel central que desempeñan en la teoría democrática (ensombrecidos por un transcurso histórico impulsado por una dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción). Pero al mismo tiempo, los debates recientes en torno a la teoría democrática abandonan muchas de las reflexiones que emanan de la tradición marxista dedicadas a la política, al derecho y a la democracia.9 No es de extrañar que exista esta laguna, ya que las corrientes dominantes dentro del movimiento obrero cargan en gran parte la responsabilidad de que la mayoría de estos recursos hayan sido marginados u olvidados por completo. Estos enfoques más matizados de las posibilidades y límites de la democracia fueron sustituidos por la aguda oposición entre, por un lado, el apoyo socialdemócrata a una república liberal y, por el otro, el modelo bolchevique de una revolución contra dicha república. Pero en las décadas de 1920 y 1930, surgieron en Europa continental las corrientes llamadas “socialistas de izquierda”, que confluyeron en torno a una orientación política que buscaba trascender la dicotomía entre socialdemocracia y bolchevismo. De un modo bastante interesante, estas corrientes incluyen un enfoque profundo e intelectualmente estimulante de los problemas de la gobernanza política, el cual resuena en los trabajos de Antonio Gramsci sobre la hegemonía, en la teoría del fascismo y el bonapartismo de August Thalheimer, y se extiende a las reflexiones de Otto Kirchheimer y Franz L. Neumann, protagonistas tempranos de la Escuela de Frankfurt.10 En todos estos intentos encontramos la tendencia a reemplazar oposiciones esquemáticas como lo son reforma y revolución, constitución e insurrección, liberalismo y socialismo, democracia y dictadura con una perspectiva que es más sensible a situaciones del mundo real y que resalta las transiciones y transformaciones entre estos polos. En las siguientes secciones, este artículo contextualizará una de estas perspectivas, a saber, el trabajo del austro-marxista Otto Bauer, desde la óptica de la teoría democrática.

Este esfuerzo no está exento de ciertas discontinuidades, pero espero demostrar cómo las reflexiones de Bauer sobre la democracia y la estrategia del movimiento obrero acentúan la interrelación entre el antagonismo y la forma política. Bauer no solo enfatiza la primacía del conflicto por sobre la forma, sino que también analiza la influencia de la forma política en la articulación del antagonismo social, o el conflicto dentro de la estructura social misma.

Antes de pasar a esta contextualización, conviene aclarar la trayectoria política e histórica del legado austro-marxista. El término “austro-marxismo” se introdujo para definir una corriente de reflexión teórica y estrategia política dentro del movimiento obrero austriaco.11 El trasfondo teórico del austro-marxismo surgió a partir de la escena intelectual en Viena. El liderazgo de la socialdemocracia austriaca estaba compuesto principalmente por intelectuales que intentaron aunar la teoría marxista con la filosofía de la Ilustración, en particular la de Kant, así como el psicoanálisis y los estudios literarios. Sin embargo, este liderazgo no se limitó al razonamiento intelectual. Como subraya Mozetic en su definición, tenía un carácter triple: el austro-marxismo denotaba una corriente intelectual, una estrategia y, por otro lado, aludía a las políticas de bienestar y cultura en la Viena “Roja” de los años veinte, constituyendo así una “forma de vida”.12

Fue el propio Bauer quien analizó ​​este desarrollo en un artículo periodístico de 1927. Él afirma que al principio “el término austro-marxismo se utilizó para designar a un grupo de compañeros más jóvenes y académicamente activos: Max Adler, Karl Renner, Rudolf Hilferding, Gustav Eckstein, Otto Bauer, Friedrich Adler fueron las figuras más destacadas. Esta agrupación no estuvo motivada por un punto de vista político determinado, sino por la particularidad de su trabajo científico”. 13 Posteriormente, Bauer demuestra cómo el significado del término “austro-marxismo” fue transformándose: después de la primera guerra mundial y la ulterior revolución austríaca, se utilizó con el fin de reflejar la estrategia “centrista” o “integradora” que el movimiento obrero austríaco había perseguido en el período de entreguerras.14 A continuación, me centraré en este uso político del término austro-marxismo y, más concretamente, en cómo Bauer y sus seguidores intentaron conceptualizar la relación entre conflicto, forma política y transformación social.

A diferencia de la mayoría de los demás países europeos de la época, en el movimiento obrero austriaco no se produjo una fractura debilitante entre socialdemócratas y comunistas. Es particularmente en esta vertiente del austro-marxismo político que Otto Bauer asume un rol importante. Como intelectual educado en la tradición austro-marxista, se convirtió en el líder de la socialdemocracia en la década de 1920. Su estrategia se enfocó en la búsqueda de una tercera vía, rechazando la división entre socialdemocracia y comunismo.

En un primer paso, revisaremos los rasgos generales de esta estrategia integradora. Bauer es escéptico de la estrategia reformista tradicional estado-céntrica, que en su tiempo predominaba en el movimiento obrero europeo. Friedrich Engels, a una edad ya avanzada, especuló sobre la posibilidad de utilizar las instituciones parlamentarias y gubernamentales existentes del Estado burgués para introducir reformas sociales o incluso dar inicio a la construcción del socialismo. Engels afirmó que: “si una cosa es cierta, es que nuestro partido y la clase trabajadora solo pueden llegar al poder bajo la forma de una república democrática. Esta es incluso la forma específica de la dictadura del proletariado, como ya lo demostró la Gran Revolución Francesa”15. Los partidos socialdemócratas interpretaron estas insinuaciones como un llamado a una estrategia reformista. Estos buscaron obtener la mayoría en las elecciones parlamentarias, participar en los gobiernos y utilizar el poder estatal para iniciar la transición al socialismo. Esta perspectiva instrumental sobre el uso del poder estatal hizo eco en el ala derecha de la socialdemocracia austriaca. Karl Renner, hoy en día principalmente conocido por sus obras pioneras sobre la dimensión pública del derecho privado, consideraba al Estado y al derecho como “medios técnicos” que podrían emplearse para una amplia gama de objetivos16. La teoría jurídica de Hans Kelsen desempeñó un papel importante en el imaginario político de la socialdemocracia austriaca. Él rechazaba la crítica fundamental de Karl Marx al derecho y al poder estatal invocando sus afinidades con el ‒según Kelsen, dolorosamente ingenuo‒ pensamiento anarquista. Kelsen concluye su crítica a Marx haciendo una vigorosa defensa del reformismo. Vislumbra un regreso al socialismo de Estado de Ferdinand Lassalle y a la centralidad del rol del proceso legislativo para la remodelación de la sociedad17.

Bauer, en cambio, ni es hostil hacia estas ambiciones reformistas, ni rechaza la participación en el gobierno como tal, pero hace constante hincapié en la idea de que el conflicto antagónico entre la clase dominante y el proletariado no puede resolverse mediante la toma del poder del estado como si este se tratase de un instrumento técnico, ni tampoco puede disolverse por completo a través de procedimientos institucionales.18 Bauer enfatiza la importancia del liderazgo moral e intelectual del movimiento obrero como medios específicos de gobierno19. Él prevé, “una estrategia lo más concreta posible para transformar el estado, la economía y la sociedad”, la cual procede de una “estructura organizativa socialdemócrata que abarca el cuerpo social en su totalidad (Durchorganisierung des Gesellschaftskörpers)”.20 Curiosamente, esto pone de manifiesto varios paralelos cruciales con la teoría de la hegemonía de Antonio Gramsci, aunque ambos nunca entablaron un diálogo intelectual directo.21 El enfoque general de Bauer busca defender la autonomía del movimiento obrero frente a otras fuerzas políticas y facciones de clase, así como frente a las instituciones públicas. En caso de que el movimiento pierda su capacidad de iniciativa y liderazgo cultural, o de que renuncie a sus objetivos estratégicos (como la construcción de una sociedad socialista), su poder de ejecución, tanto dentro del parlamento como en el terreno de la Realpolitik, se desvanecería. La socialdemocracia y el movimiento obrero en general, al estar enfrentados a la interrelación existente entre las instituciones públicas, las fuerzas de la clase dominante, los aparatos administrativos y las relaciones de propiedad, requieren de una estrategia de transformación en la que el movimiento no se limite a ser un mero apéndice de la sociedad existente, degenerando así en un anexo del aparato estatal. En particular, Max Adler, aunque desde una facción más izquierdista dentro del partido en comparación con Bauer, abrevió esta estrategia con la fórmula de un “poder contra el estado dentro del estado”: “El proletariado puede desempeñar un papel decisivo en una coalición dentro del estado clasista, pero solo si representa un poder contra este que fuerce a sus adherentes a cooperar”22.

Si bien recalcó la importancia de la autonomía del movimiento obrero, el propio Bauer asumió el papel de un líder centrista. Su partido logró ampliar su representación parlamentaria y también entrar en el gobierno, pero intentó usar su poder para construir un modo de vida “rojo” a nivel social. El caso ejemplar es sin lugar a dudas el auge de la Viena “roja” en la década de 1920, en aquel entonces gobernada por una mayoría socialdemócrata. Aquí, la socialdemocracia austríaca promulgó reformas profundas en la administración municipal, que fueron desde programas para la vivienda, educación y atención médica hasta redes culturales, “anticipando” una forma de vida socialista.23 Se evitó con éxito una gran ruptura entre las corrientes socialdemócrata y comunista. La visión de Bauer consistía en una “tercera vía” entre la socialdemocracia reformista y el bolchevismo. Hizo hincapié en un “socialismo integral”, que “se alce por encima de las contradicciones del movimiento obrero reformista y el socialismo revolucionario […] y que, por lo tanto, represente una fuerza integradora dentro de un movimiento obrero dividido”24.

Sin embargo, Bauer se distancia de las estrategias de golpe de estado. Si bien rechaza una estrategia meramente parlamentaria, también rechaza la revolución rusa y el bolchevismo como un modo viable de hacer política. Según Bauer, es probable que la dictadura del proletariado, tal como se estableció en la revolución de Octubre, se transforme en la ”dictadura de una clase gubernamental por encima de la estructura de clases sociales”25. Bauer parece estar todavía apegado a la principal línea de pensamiento típica del debate marxista de la Segunda Internacional cuando postula que una cierta “madurez” del proletariado es un prerrequisito para un proceso de transformación social revolucionario. Como Hans Kelsen, sostiene que la dictadura del proletariado no se contrapone con la república democrática. Más bien, denota una etapa en la que el proletariado está maduro para tomar el poder del Estado y ejercerlo en la “forma estatal de la democracia”.26 Otra mayor diferencia con el enfoque bolchevique se relaciona con la cuestión de la violencia. Bauer rechaza la fuerza bruta como medio para erigir una nueva sociedad. Como veremos más adelante, la mayoría de sus reflexiones están orientadas a limitar y domesticar esta violencia.

3. República

Bauer parte de la primacía del conflicto social por sobre la forma. En deuda con la teoría marxista, identifica la lucha entre la burguesía y el proletariado como el conflicto social que define su época, el cual a su vez vincula con los actores sociales ya existentes en la sociedad, esto es, los sectores organizados de las distintas facciones de la clase dominante y del movimiento obrero.27 Pero va más allá de la mera constatación de que estos conflictos representen un primer impulso sociopolítico. Más importante aún, es que en el trabajo de Bauer encontramos una consideración exhaustiva de determinadas formas políticas, que culmina en una especie de anaciclosis – un ciclo de diferentes Estados agregados – por la que atraviesa la república democrática.

El punto de partida de Bauer es la historia de la revolución austríaca en 1918. Ahí teoriza el desarrollo de la república austriaca señalando diferentes estados, en los cuales, el conflicto social, la economía capitalista y las instituciones políticas se ven organizados de una manera específica. De este modo, supera la simple dicotomía entre las formas liberal-democráticas y los modelos alternativos de organización política (por ejemplo, a través de la democracia de consejos) sin que el ideal democrático se desmorone en un momento escurridizo de insurrección. La perspectiva de Bauer se puede resumir básicamente en un “análisis de limitaciones” que “intenta aclarar los alcances de la acción política en un contexto de conflictos y enfrentamientos sociales”.28 Examina la relación entre los factores limitantes y habilitantes del conflicto social mismo. Destaca un doble movimiento que da cuenta del impacto estructurante de un determinado “Estado” de la república sobre las modalidades de articulación del conflicto social, y, al mismo tiempo, dilucida sobre la fuerza transformadora del conflicto con respecto a las formas políticas existentes. Bauer distingue entre tres estados diferentes que asumen un papel central en la historia de la revolución austríaca.

Estado agregado 1: Democracia proletaria

Al igual que la revolución alemana de noviembre, la revolución austríaca resultó en el establecimiento de una república parlamentaria. En su crónica de la revolución, Bauer remonta este proceso al papel decisivo desempeñado por el movimiento obrero, cuyas diversas organizaciones obtuvieron una posición hegemónica en la sociedad austriaca. El movimiento logra organizar a los soldados rebeldes en un ejército popular, las llamadas Wehrverbände, o ligas de defensa. Al hacerlo, el movimiento obrero ejerce un poder esencial que simultáneamente contribuye a civilizar y pacificar a las milicias. Bauer se niega a romantizar el proceso revolucionario y es plenamente consciente de que aquella “multitud se hubiera convertido en una banda de mercenarios de haber sido dejada a su suerte”.29 Gradualmente, el movimiento obrero amplía su base organizativa y comienza a disponer de los medios de violencia. Esto no conduce a una estrategia ofensiva que tuviera como objetivo la construcción de un estado obrero. Más bien, la socialdemocracia baueriana persigue una estrategia defensiva que evita el ejercicio de la violencia. La transición a una sociedad socialista no puede ser instigada por la victoria de un ejército proletario en una guerra civil. Bauer teme una “auto-neutralización” de la revolución misma (Selbstaufhebung der Revolution)”.30 Para él, es difícil imaginar que una transición emancipadora pueda surgir de conflictos bélicos. Además, el equilibrio internacional de fuerzas de clase inhibe la posibilidad de construir un estado socialista solamente en Austria. Bauer resume que la “dictadura del proletariado […] habría terminado en la dictadura de un ejército de ocupación”31. La estrategia defensiva no apunta a derrocar la democracia parlamentaria. La socialdemocracia entra en coalición con las fuerzas conservadoras para mantener y salvaguardar la gobernabilidad del país32. Pero al mismo tiempo, el movimiento obrero conserva su poderosa posición. Se aferra a los medios de violencia a través de las Wehrverbände, no transfiere el control de ellas al Estado. Aunque esta situación podría considerarse un terreno fértil para una revolución al estilo bolchevique, el movimiento obrero se aferró firmemente a su estrategia defensiva. La dictadura del proletariado se utiliza como una posibilidad inminente que representa una amenaza continua para el campo de la clase dominante y, por lo tanto, sirve para inculcar un miedo latente a la revolución en esta clase.

Así, el primer estado agregado de la naciente república austriaca se caracteriza por la “hegemonía de la clase obrera”.33 Bauer usa el concepto de “democracia proletaria” para describir este estado en particular34 en el que la democracia política y la social se combinan. El régimen parlamentario se complementa con una “democracia funcional” que introduce formas de democracia económica y de consejos, extendiendo así la reivindicación de participación política a otras esferas sociales.35 Bauer conecta esta etapa con las nociones republicanas y discute la relación entre la clase gobernante y los gobernados. Dado que la clase gobernante ya no dispone de los medios de violencia, no puede reprimir los “humores” de los gobernados a través de medios militares.36 Debe entrar en un proceso deliberativo para legitimar su papel en el estado: “La democracia, para las masas, ya no era simplemente el gobierno de funcionarios electos a través del sufragio universal, sino el método por el cual los gobernantes tuvieron que trabajar duro para adquirir el consentimiento de las masas antes de efectuar cada uno de los actos o medidas que a ellas les concernían”.37 En el Estado de democracia proletaria, el gobierno sólo podía apoyarse en “medios ideológicos, despertando la conciencia de las masas, apelando a su comprensión de la situación del país y a su sentido de responsabilidad”.38. Bauer enfatiza la función de las asambleas de las fábricas en donde se discutían las políticas gubernamentales. Describe la “autoeducación de las masas” y el “despertar de la iniciativa” que estaba teniendo lugar.39 Además, se refiere a la promesa de la revolución estadounidense: un “sistema de gobierno fundado en el consentimiento de los gobernados” estaba al menos parcialmente cumplido.40

La tesis general parece ser que la república democrática puede entrar en un estado de democracia proletaria. De este modo, el movimiento obrero asume un papel hegemónico: por un lado, extiende la democracia a otras esferas sociales, principalmente la economía, por otro, aporta un mínimo de paz social a la sociedad al privar al estado y a la clase dominante de los medios de violencia que de otro modo se emplearían para sofocar a las clases subalternas. El movimiento obrero solo despliega los medios de violencia de manera defensiva. No los aplica de por sí, sino que simplemente dispone sobre ellos. En estas condiciones, Bauer identifica los cimientos de un modo de gobernanza en el que el gobierno debe legitimarse mediante una serie de procesos deliberativos. La lucha de poder entre las clases, entre la burguesía y el proletariado, así como entre el gobierno y los gobernados, no puede disputarse a través de “medios violentos”.41 La esperanza de Bauer es que el estado agregado de la democracia proletaria fomente el desarrollo de una tendencia que, en última instancia, pueda conducir a una “democracia socialista como una forma de organización para una sociedad sin clases” fundada en la idea regulativa de una ”sociedad de humanos libres, una sociedad anárquica”’.42 Al hacerlo, reemplaza la “dictadura del proletariado”, vista como la etapa de transición más importante hacia otra sociedad, por el concepto de democracia proletaria – una etapa que mayormente no contrasta con la república democrática, porque simplemente realiza sus propios principios.

Estado agregado II: República Popular

A pesar de los variados desarrollos esperanzadores en los primeros días de la revolución austríaca, el furor revolucionario disminuyó. Bauer observa un nuevo estado que él define como la “república popular”.43 Las instituciones democráticas y los elementos de la democracia funcional permanecen intactos, pero el movimiento obrero pierde su posición hegemónica. El equilibrio internacional de fuerzas de clase y la necesidad de desarrollo económico coartan su poderoso papel: “La alta coyuntura industrial superó la tensión de la etapa revolucionaria”.44 Políticamente, esto se expresa en que la socialdemocracia se vió obligada a cooperar con el campo conservador en la segunda coalición posrevolucionaria.45

Para dilucidar esta situación, Bauer toma prestado un concepto teórico del fallecido Friedrich Engels. Engels observó que, en ciertos períodos históricos, el poder político es compartido por varias fuerzas de clase. Este es el caso “cuando las fuerzas de las clases en conflicto se encuentran tan equiparadas entre sí, que el poder estatal, como aparente mediador, adquiere momentáneamente una cierta independencia en relación con ambas”.46 Bauer adopta la idea de un equilibrio sostenido en el tiempo y la aplica a la república democrática. En consecuencia, en la república popular emergente entra en escena un “equilibrio de fuerzas de clase”. Es un estado en el que “ni la burguesía ni el proletariado son capaces de dominar el Estado”.47 Dado que “todas las clases del pueblo tienen una participación en el poder del estado”,48 la lucha de clases puede articularse pacíficamente, a pesar de que el proletariado se encuentra en una posición más defensiva en comparación con la que tuvo durante el estado de democracia proletaria.

Siguiendo sus reflexiones, la estabilidad de la república no se puede mantener únicamente a través de procedimientos y normas constitucionales (por ejemplo, la nueva constitución redactada por Hans Kelsen). El punto crucial consiste en el equilibrio de fuerzas de clase que previene que la república colapse en una guerra civil o devenga en un estado autoritario. Bauer es completamente consciente de que el “equilibrio de fuerzas de clase” es de hecho un terreno precario.49 Por lo tanto, señala que una transformación de la república en una democracia proletaria no es en absoluto la única trayectoria concebible; después de todo, la república popular en su mayor parte se limita a aplicar principios democráticos más consistentemente. La principal amenaza para la república popular emana, en cambio, de la posibilidad de que facciones autoritarias de la clase dominante suspendan la república democrática en su conjunto y allanen el camino para el dominio fascista. Esta es la razón por la que el enfoque de Bauer está dedicado a asegurar que la república no degenere en un instrumento de la burguesía. La lucha por el mantenimiento de las instituciones democráticas es la tarea principal en tiempos de la “defensiva proletaria”50.

A lo largo de este estado agregado de la república popular aún se conservan algunos logros de la democracia proletaria. Los ejemplos más importantes son los elementos de la democracia económica y la flexibilidad relativa de la constitución para permitir modos de desarrollo no capitalistas. El equilibrio de fuerzas de clase induce una mentalidad constitucional que finalmente llegó a caracterizar la norma del orden europeo-occidental de posguerra.

Sin embargo, sería engañoso reducir la república popular a una mera conservación del equilibrio existente de fuerzas de clase. Más bien, es a través de este estado agregado que la transformación social aún puede desarrollarse. No debemos olvidar que la estrategia austro-marxista no se basó únicamente en una noción particular de conflicto y democracia, sino también en una teoría de la evolución que fue fuertemente influenciada por Marx y Darwin.51 Los austro-marxistas sostienen la idea de que las contradicciones inmanentes de la economía capitalista derivan de una manera evolutiva hacia la transformación social. Más importante aún, asumieron que, a través de la universalización del trabajo asalariado, el proletariado llegaría a ser una mayoría numérica en la sociedad y, por lo tanto, podría imponer su voluntad a través de procedimientos democráticos.52 Además, asumieron que las contradicciones internas de la economía capitalista desembocarían en momentos de crisis en los que el socialismo podía presentarse como la única alternativa viable a un modo de producción plagado de inestabilidad. Y no menos importante, que la anticipación de un modo de vida rojo en la sociedad civil debería tener efectos a largo plazo al nivel de las prácticas sociales.53 En este sentido, este estado de compromiso, aparentemente conservador, era un terreno posible para la transformación social que debía evolucionar a su sombra. La república popular indefinida no significaba, al menos en las reflexiones de Bauer, una renuncia a las aspiraciones revolucionarias.88

Estado agregado III: Dictadura del proletariado

Dentro del marxismo clásico, el término “dictadura del proletariado” se refiere a la transición de la sociedad burguesa a la socialista. Más específicamente, sirvió como un término general para expresar lo que ocurriría después de la toma del poder estatal, ya sea a través de elecciones parlamentarias o de la revolución armada.54 En particular, la tradición bolchevique concibió la dictadura del proletariado como un estado de excepción, en marcado contraste con la república democrática. Sin embargo, Bauer se mueve en la dirección opuesta al introducir una noción de dictadura proletaria consistente con el imaginario democrático. Para él, simplemente denota un tercer estado agregado que la república puede asumir. Bauer elabora su argumento respecto de un peligro permanente y progresivo que existe en la sociedad de clases. A saber, que las fuerzas de la clase dominante puedan llegar a rechazar el orden republicano y desplegar los medios de violencia contra el movimiento obrero. Este escenario se vuelve cada vez más probable a medida que el poder político “tiende a caer en manos de un gobierno obrero que está decidido a expropiar a los capitalistas y socializar los medios de producción”.55 Si el partido obrero consigue obtener una mayoría parlamentaria y facciones de la clase dominante se vuelcan hacia un golpe de estado violento en respuesta, entonces, y solo entonces, la socialdemocracia y sus alas armadas deben movilizarse para instaurar una dictadura del proletariado.56

Obviamente, Bauer hace grandes esfuerzos para distanciarse de la noción de dictadura que se suele encontrar en el marxismo clásico. Mientras que Marx, al igual que los socialdemócratas y sobre todo las teorías de la revolución bolchevique, ven la dictadura como una palanca para establecer un nuevo orden social, Bauer le asigna una función meramente defensiva. No se trata de la contraparte de la república – más bien, representa una etapa precaria en la que se defienden logros democráticos cruciales “cuando la clase burguesa intenta implosionar la democracia y se envuelve a sí misma en los brazos del fascismo”.57 Aquí, la dictadura no es un instrumento revolucionario similar a una “locomotora de la historia”, sino que se asemeja más bien a un “freno de emergencia” que previene la transformación autoritaria.58

Esta línea de pensamiento penetra incluso en el “Programa Linz” del partido en 1926, y es expandido a una estrategia más general de violencia defensiva. La noción de violencia defensiva guarda relación con el problema de que en ese momento la sociedad austriaca parecía estar aproximándose a una guerra civil. La innovación central de esta estrategia radica en el hecho de que, bajo el seno de la violencia defensiva, no es el movimiento obrero el que decide sobre el uso de medios violentos, sino sus oponentes de la clase dominante. En caso de que esta recurra a la violencia bruta, la Republikanische Schutzbund (Unión de Defensa Republicana), alineada con la socialdemocracia y fundada explícitamente para este mismo propósito, tiene el deber de organizar la defensa de la república.59 Es aquí donde se vuelve visible la tragedia de la socialdemocracia austriaca. En la corta guerra civil de 1934, los austrofascistas tuvieron éxito en la desarticulación del movimiento obrero.60 Como consecuencia de la derrota, se produjeron duras críticas al concepto de violencia defensiva y a la concepción austro-marxista de la dictadura del proletariado.61 Sin embargo, es cuestionable si la orientación programática del partido, o incluso el liderazgo de Otto Bauer como tal, puedan ser considerados responsables de la derrota.

Desde una perspectiva más teórica, es interesante notar que el movimiento austro-marxista cultivó una perspectiva única en torno a la cuestión de la violencia. No sólo porque “muestra considerables desviaciones del esquema de Marx y Engels”,62 sino también porque ni aceptó de forma fatalista el uso de la violencia, ni tampoco la repudió sin más. Estando en deuda con los ideales y valores pacifistas, la socialdemocracia austriaca era consciente de que la transición a una sociedad emancipada no podía lograrse por medios militares. Enfrentada al mismo tiempo a una variedad de fuerzas sociales potencialmente violentas, a la socialdemocracia le era igualmente imposible abandonar al movimiento obrero a la violencia del estado o de las fuerzas de la clase dominante. De esta manera, el fomento de la capacidad de ejercer la violencia (sin usarla) se convirtió en la paradójica estrategia de elección. El método general consistía en intervenir en la elaboración de estrategia política y toma de decisiones del campo “burgués” opuesto. La transformación autoritaria debía ser derrocada, pero esto solo era posible si la decisión del campo burgués de hacer colapsar la república austriaca en un régimen autoritario equivalía desde un principio a una elección entre la guerra civil y la paz. Al crear una especie de “amenaza de fondo” a través del establecimiento de la Republikanische Schutzbund, el movimiento obrero aspiraba a disciplinar a la clase burguesa y aumentar los “costos” en el campo enemigo en caso de que este se alinieara con la alternativa fascista.

Se trataba, aparentemente, de una estrategia paradójica:63 Por un lado, ejercía en un segundo plano una amenaza latente para el campo opuesto; por el otro, perseguía un modo pacífico y legal de política de masas, lo que se reflejó en la arquitectura organizativa y la práctica de la Republikanische Schutzbund, la cual nunca estuvo realmente preparada para entrar en una guerra civil. Según Illona Ducynska, una comunista de izquierda que participó en la Schutzbund, esta “se pensó únicamente como un gesto de amenaza”.64 Esto no solo tenía una dimensión funcional, sino también una dimensión normativa. El liderazgo alrededor de Bauer en realidad no estaba dispuesto a utilizar medios violentos y la “educación tradicionalmente pacifista impidió que muchos trabajadores socialdemócratas se unieran a las organizaciones de coordinación de la defensa (wehrhafte Ordnerorganisationen)”.65 Incluso Theodor Körner, que trabajaba como consejero para la Schutzbund y que intentó (sin éxito) iniciar a sus tropas en una estrategia de guerrilla, declaró que “no se puede entrar en guerra teniendo un ejército de pacifistas”66.

4. La Anaciclosis de Bauer

Más allá de algunas alusiones ocasionales a la revolución estadounidense, Bauer no hace referencia explícita a la tradición clásica de la teoría democrática.67 Sin embargo, podemos identificar algunas temáticas recurrentes y, en particular, una descripción de diferentes estados agregados. Si bien no están contextualizados de manera coherente como un “ciclo”, los diversos estados son, obviamente, parte de un movimiento más amplio en el que están sujetos tanto a un ascenso como a un declive.

Evidentemente, las reflexiones de Bauer se sitúan en un umbral teórico que atraviesa múltiples tradiciones intelectuales. Por un lado, Bauer comparte con Kelsen y Renner una comprensión del valor de las instituciones democráticas y legales. Sin embargo, no limita su enfoque al valor de arreglos institucionales universales e imparciales por sí solos. Para Bauer, las instituciones democráticas surgen de un equilibrio de fuerzas entre facciones de clase y permanecen estrechamente conectadas a un sustrato social determinado.68 Por otro lado, no diluye la teoría de la república democrática en una teoría sobresimplificada de la lucha de clases. Destaca incesantemente el efecto formativo de la constitución y los respectivos estados agregados sobre las modalidades de articulación del conflicto social. Solo las instituciones democráticas crean un terreno sobre el cual la transición a una democracia proletaria o socialista se vuelve una posibilidad y que así no pueda ser suspendida.

Además, las reflexiones de Bauer no se limitan a demostrar la indeterminación fáctica de los “humores” subalternos. Más bien, identifica de manera sobria cómo la crítica de la dominación puede expresarse bajo circunstancias no ideales, principalmente dentro de los diferentes estados agregados. Bauer muestra claras preferencias en lo que respecta a estos estados: la democracia proletaria es un prerrequisito necesario para la transformación de la sociedad hacia el socialismo; la república popular preserva importantes logros sociales y prepara potencialmente el camino para cambios transformadores. En potencia, puede convertirse tanto en una democracia proletaria como en una forma de gobierno autoritario. Es cierto que las tendencias corruptas latentes en la república popular no se discuten de manera coherente, pero Bauer insinúa repetidamente la posibilidad de que cada etapa contenga el potencial de degenerar en variantes problemáticas. Por ejemplo, cuando la democracia proletaria desemboca en una guerra civil; o cuando la república popular degenera en una estructura corporativista aristocrática y frustra así la autonomía del movimiento obrero; o bien cuando la dictadura del proletariado, establecida para defender la república, se torna en un orden autoritario. En conclusión, la existencia de la república democrática y la morfología de los estados agregados, como detalla Bauer, no prescribe una estrategia meticulosa para el movimiento obrero, sea éste revolucionario o reformista. Sin embargo, una investigación de los Estados agregados existentes se hace necesaria para aclarar posibles cursos de acción e identificar los desafíos políticos centrales.

5. Amenaza, procedimiento y poder concentrado

La investigación de Bauer sobre los diferentes estados de gobierno destaca que incluso dentro de una república democrática podemos observar transformaciones peculiares y diferentes modos de organizar el gobierno político. Si bien la democracia sigue siendo el punto de partida de la emancipación, un enfoque que se concentre únicamente en la república general, en el sentido más abstracto, no proporciona el terreno necesario para definir posibles cursos de acción, ni siquiera para una reflexión normativa seria. Más bien, cuando hoy se habla de la relevancia de Otto Bauer, este debiese ser descrito, al menos en lo que respecta a su análisis del gobierno político, como un “Polibio rojo” que emprende una investigación exhaustiva de los ciclos políticos y las posibilidades de corrupción. Bauer muestra que las reflexiones sobre las condiciones de posibilidad para la sociedad y la democracia son extremadamente útiles, pero por sí solas a la larga insuficientes para dilucidar el ascenso y declive de las formas políticas.

El enfoque proporciona una perspectiva sistemática sobre cómo se interrelacionan las formas políticas y las relaciones de poder social. Gira en torno a la cuestión de cómo y bajo qué circunstancias los procedimientos legales y políticos existentes pueden desarrollar o incitar potenciales transformadores o, al menos, neutralizar la concentración del poder social. Como hemos visto, su respuesta es matizada en la medida en que combina un modelo procedimental de democracia con la necesidad de desafiar el poder social concentrado mediante otras formas de contrapoder, como las huelgas, la democracia industrial o las amenazas persistentes en segundo plano.

En el transcurso de las últimas décadas, las sociedades occidentales han experimentado una expansión de los procedimientos democráticos, participación en la gobernanza e involucramiento de los ciudadanos. En la teoría democrática, el giro deliberativo ya tuvo su apogeo. Sin embargo, las esferas de acción para la transformación social con miras a distribuir el poder, o no se han producido o se han reducido. Amenazadas por las empresas multinacionales que asumen el papel de “soberanos en las sombras”, como lo expresa Susan George,69 las alternativas políticas más relevantes desaparecen del proceso regular de toma de decisiones parlamentarias, ya sea desde un comienzo o ex post, a través de un chantaje visible (como en el caso de la Crisis del Euro). Además, el populismo de derecha ha logrado convertirse en una fuerte amenaza de fondo a los procedimientos democráticos y ha conseguido articular una versión distorsionada del impulso opositor que alguna vez estuvo asociado con la izquierda – en sentido amplio. Para desafiar este ordenamiento, podría ser útil aplicar las ideas de Bauer: la democracia no puede ser concebida como una estructura estable y duradera, sino que está en constante peligro de ser derrocada “desde arriba” o incluso de atravesar por un proceso de transformación hacia el autoritarismo.

Si esto es así, es necesario que la estrategia política y la teoría democrática afronten el problema de cómo neutralizar este peligro.

Notas al pie:

1 El artículo está dedicado a la obra de Otto Bauer y la corriente austro-marxista que vivió su apogeo en las décadas de 1920 y 1930. Desafortunadamente, la literatura sobre el austro-marxismo en inglés ha sido escasa. Sin embargo, recientemente se han publicado dos volúmenes que contienen textos y artículos importantes: Mark. E Blum y William Smaldone, eds., Austro-Marxism: The Ideology of Unity, Austro-Marxist Theory and Strategy, Volume 1 (Leiden: Brill, 2015); Marcos. E Blum y William Smaldone, eds., Austro-Marxism: The Ideology of Unity, Changing the World: The Politics of Austro-Marxism, Volume 2 (Leiden: Brill, 2017). Antes, la recepción angloparlante del austro-marxismo se remitía principalmente a una colección de los textos más importantes (Tom Bottomore y Patrick Goode, eds., Austro-Marxism: Texts (Oxford: Oxford University Press, 1978), traducciones seleccionadas (Otto Bauer, The Austrian Revolution (London: L. Parsons, 1925); Otto Bauer, The Question of Nationalities and Social Democracy (Minneapolis/London: University of Minnesota Press, 2000) y algunos artículos de revistas (Norbert Leser, ‘Austro-Marxism: A Reappraisal’, Journal of Contemporary History 11 (1976), 133-48; Tom Bottomore, ‘Austro-Marxist Conceptions of the Transition from Capitalism to Socialism’, International Journal of Comparative Sociology 30 (1989), 109-20; Günther Sandner, ‘From the Cradle to the Grave: Austro-Marxism and Cultural Studies’, Cultural Studies 16 (2002), 908-18; Günther Sandner, ‘Nations without Nationalism: the Austro-Marxist Discourse on Multiculturalism’, Journal of Language and Politics 4 ( 2005), 273-91; Wolfgang Maderthaner, ‘Austro-marxismo: Mass Culture and Anticipatory Socialism’, Austrian Studies 14 (2006), 21-36). Las citas del alemán se acercan lo más posible al significado original. En caso de duda, se han incluido las expresiones alemanas.

2 El “marxismo político” en este sentido no se refiere a la corriente teórica dentro del mundo angloparlante, sino más bien a un marxismo que es político, es decir, que ve la producción de teoría como un medio para un fin, a saber, la transformación política de la sociedad en su conjunto.

3 Polybius, The Histories of Polybius (London/New York: MacMillan and Co., 1889), pág. 466.

4 Aquí mi argumento se basa en la lectura que hace Lefort de Maquiavelo en Claude Lefort, Le travail de l’oeuvre Machiavel (1972) (París: Gallimard, 1986).

5 Niccolò Machiavelli, Il Principe (1532) (Stuttgart: Reclam, 2003), pág. 117.

6 Esto conduce a una reconstrucción ligeramente diferente de la República Romana: como argumenta Maquiavelo en los Discursos, el surgimiento de la República Romana no puede ser vista únicamente como un mérito de la constitución mixta. La constitucionalización de la desacuerdo fundamental entre el popolo y los grandi juega un papel decisivo: “De cómo la desunión entre la plebe y el Senado Romano hizo libre y poderosa a aquella República” (Niccolò Machiavelli, Discorsi (1531) (Frankfurt/Leipzig: Insel-Verlag99, 2000) Niccolò Machiavelli, Discorsi (1531); Libro I, Capítulo 4, 257). Para una reconstrucción que revela la primacía del conflicto en Maquiavelo, ver Miguel Vatter, Between Form and Event: Machiavelli’s Theory of Political Freedom (Dordrecht/Boston/London: Springer, 2000); Claude Lefort, Le travail de l’oeuvre Machiavel (1972) y John P. McCormick, Machiavellian Democracy (Cambridge: Cambridge University Press, 2011).

7 No puedo ofrecer una descripción exhaustiva de la teoría democrática radical a este respecto; véanse los enfoques basados en el conflicto romano entre plebeyos y patricios: p. ej. Miguel Abensour, Democracy Against the State: Marx and the Machiavellian Moment (Cambridge/Malden: Polity Press, 2011); J. Rancière, Disagreement: Politics and Philosophy (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2004); de manera vaga, Laclau también se inspira en este modelo: Ernesto Laclau, On Populist Reason (London/New York: Verso, 2005), 93.

8 En alemán, el término “socialismo de izquierda” describe los movimientos y partidos que evolucionaron en oposición tanto a la socialdemocracia reformista como al comunismo ortodoxo desde la década de 1920 en adelante, véase: Andreas Diers y Mark Schmitz, ‘Linkssozialismus’, en Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus (Hamburg: Argument-Verlag, 2015).

9 La crítica de Claude Lefort a los primeros escritos de Marx (cf. Claude Lefort, ‘Droit de l’homme et politique’, en L’invention démocratique, ed. Claude Lefort (París: Fayard, 1994)) procede de manera esquemática y no toma en cuenta los elementos democráticos radicales de Marx: véase, por ejemplo, cómo Hauke ​​Brunkhorst revela los elementos democráticos del joven Marx en su “Kommentar”, en Karl Marx. Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, ed. Hauke ​​Brunkhorst (Frankfurt am Main: Suhrkamp, ​​2007).

10 Antonio Gramsci, Gefängnishefte – kritische Gesamtausgabe (Hamburg: Argument, 1991); August Thalheimer, “Über den Faschismus (1928)”, en Faschismus und Kapitalismus. Theorie über die sozialen Ursprünge und die Funktion des Faschismus, ed. Wolfgang Abendroth (Frankfurt am Main: Europäische Verlagsanstalt, 1972); Otto Kirchheimer, “Zur Staatslehre von Sozialismus und Bolschewismus”, en Von der Weimarer Republik zum Faschismus: Die Auflösung der demokratischen Rechtsordnung, ed. Wolfgang Luthardt (Frankfurt am Main: Suhrkamp, ​​1976); Franz L. Neumann “The Change in the Function of Law in Modern Society (1937)’, en The Democratic and the Authoritarian State: Essays in Political and Legal Theory, ed. Franz L. Neumann (New York: Free Press, 1957).

11 Para historiografía sobre el austro-marxismo, véase: Norbert Leser, Zwischen Reformismus und Bolschewismus. Der Austromarxismus als Theorie und Praxis (Wien / Frankfurt / Zürich: Europa Verlag, 1968); Gerald Mozetic, Die Gesellschaftstheorie des Austromarxismus. Geistesgeschichtliche Voraussetzungen, Methodologie und soziologisches Programm (Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft Darmstadt, 1987); Tom Bottomore, “Austro-Marxist Conceptions of the Transition from Capitalism to Socialism”, International Journal of Comparative Sociology Vol 30, Leiden (1 de enero, 1989), pág. 109.

12 Véase Gerald Mozetic, Die Gesellschaftstheorie des Austromarxismus. Geistesgeschichtliche Voraussetzungen, Methodologie und soziologisches Programm, pág. 2.

13 Otto Bauer, “Austromarxismus” (1927), en Vision und Wirklichkeit. Ein Lesebuch zum Austromarxismus, ed. Alfred Pfabigan (Viena: Löcker Verlag, 1989), pág. 14.

14 Otto Bauer, “Austromarxismus” (1927), pág. 15 y sigs. Véase la interpretación en Detlev Albers, ‘Über den Marxismus Otto Bauers und Antonio Gramscis’, en Sozialismus im Westen. Erste Annäherungen: Marxismus und Sozialdemokratie, ed. Detlev Albers (Berlin u. Hamburg: Argument-Verlag, 1987).

15 Friedrich Engels, ‘Zur Kritik des sozialdemokratischen Programmentwurfs’ (1891), en Karl Marx/Friedrich Engels – Werke Band 22 (Berlin: Dietz-Verlag, 1972), pág. 227.

16 Karl Renner, ‘Probleme des Marxismus’ (1916), en Austromarxismus. Texte zu ‘Ideologie und Klassenkampf’, ed. Hans-Jörg Sandkühler y Rafael De La Vega (Frankfurt am Main: Europäische Verlagsanstalt, 1970), págs. 296.

17 Hans Kelsen, Sozialismus und Staat. Eine Untersuchung der politischen Theorie des Marxismus (1920) (Wien: Wiener Volksbuchhandlung, 1965), pág. 170 y sigs.

18 Véase la concepción de ‘equilibrio de fuerzas de clase’ en la república democrática en: Otto Bauer, ‘Das Gleichgewicht der Klassenkräfte (1924)’, en Austromarxismus, Texte zu ‘Ideologie und Klassenkampf’, ed. Hans-Jörg Sandkühler y Rafael De La Vega (Frankfurt am Main: Europäische Verlagsanstalt, 1970).

19 Otto Bauer, Die österreichische Revolution (Wien: Wiener Volksbuchhandlung, 1923), pág. 288.

20 Detlev Albers, ‘Anmerkungen zur Aktualität Otto Bauers und des Austromarxismus en Otto Bauer Theorie und Politik, ed. Detlev Albers, Horst Heimann y Richard Saage (Berlin: Argument-Verlag, 1985), pág .139.

21 Véase: Detlev Albers, ‘Über den Marxismus Otto Bauers und Antonio Gramscis’ y Wolfgang Maderthaner, ‘Austro-Marxism: Mass Culture and Anticipatory Socialism’, pág. 29.

22 Max Adler, ‘Der Klassenkampfgedanke bei Marx (1923)’, en Austromarxismus, Texte zu ‘Ideologie und Klassenkampf’, ed. Hans-Jörg Sandkühler y Rafael De La Vega (Frankfurt am Main: Europäische Verlagsanstalt, 1970), pág. 151.

23 Véase la reconstrucción de Maderthaner del austro-marxismo como ‘Austro-Marxism: Mass Culture and Anticipatory Socialism’; Para las estrategias de transición, véase Tom Bottomore, ‘Austro-Marxist Conceptions of the Transition from Capitalism to Socialism’.

24 Otto Bauer, Zwischen zwei Weltkriegen. Die Krise der Weltwirtschaft, die Demokratie und der Sozialismus (Bratislava: Eugen Prager Verlag, 1936), 234; para el contexto y la historia de esta idea, véase Walter Baier, ‘Integraler Sozialismus und radikale Demokratie’, en Otto Bauer und der Austromarxismus. “Integraler Sozialismus” und die heutige Linke, ed. Walter Baier, Lisbeth N. Trallori y Derek Weber (Berlin: Dietz-Verlag, 2008), Detlev Albers, ‘Über den Marxismus Otto Bauers und Antonio Gramscis’; Detlev Albers, ‘Otto Bauer und des Konzept des ‘integralen Sozialismus’, en Eurokommunismus und Theorie der Politik, ed. Arbeitskreis Westeuropäische Arbeiterbewegung (Berlin: Argument-Verlag, 1979).

25 Otto Bauer, ‘Das Gleichgewicht der Klassenkräfte’ (1924), pág. 92.

26 Así es como Hans Kelsen interpreta la concepción de dictadura de Marx, véase Hans Kelsen, Sozialismus und Staat. Eine Untersuchung der politischen Theorie des Marxismus (1920), 59; para una genealogía de la discusión sobre la dictadura del proletariado en el siglo XIX, enfatizando su uso más bien romano, ver Hal Draper, Karl Marx’s Theory of Revolution: The Dictatorship of the Proletariat (Nueva York: Monthly Review Press, 1986) .

27 Aunque el relato de Bauer es bastante sensible a la pluralidad de luchas sociales, véase Volker Gransow y Michael Krätke, “Thesen zur politischen Theorie des Austromarxismus”, en Eurokommunismus und Theorie der Politik, ed. Arbeitskreis Westeuropäische Arbeiterbewegung (Berlín: Argument-Verlag, 1979), pág.103 y sigs.

28 Cfr. Richard Saage, “Restriktionsanalysen Otto Bauers am Beispiel der Ersten Österreichischen Republik”, en Otto Bauer: Theorie und Politik, ed. Detlev Albers, Horst Heimann y Richard Saage (Berlín: Argument-Verlag, 1985), pág.20.

29 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 99.

30 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 126.

31 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 126.

32 Primer gobierno de Renner 30 de octubre de 1918 – 15 de marzo de 1919, en este período Bauer fue ministro de Asuntos Exteriores. Permaneció en el cargo hasta julio de 1919, cf. Ernst Hanisch, Der große Ilusionist. Otto Bauer (1881-1938) (Viena / Colonia / Weimar: Böhlau-Verlag, 2011), pág148 y sigs.

33 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág.116 y sigs.

34 Otto Bauer, “Demokratie und Sozialismus” (1934), pág. 105 y sigs.

35 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 188.

36 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 128.

37 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 188.

38 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 181.

39 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 181.

40 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 186.

41 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 127.

42 Otto Bauer, ‘Demokratie und Sozialismus’ (1934), pág.113.

43 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 196 y sigs.

44 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 204.

45 Gobierno Renner II (15 de marzo – 17 de octubre de 1919).

46 Friedrich Engels, “Der Ursprung der Familie, des Privateigentums und des Staats (1884)”, en Karl Marx / Friedrich Engels – Werke Band 21 (Berlín: Dietz-Verlag, 1975), pág. 484 y sigs.

47 Otto Bauer, “Das Gleichgewicht der Klassenkräfte” (1924), 79; para un argumento similar con respecto al constitucionalismo de entreguerras en Alemania, véase Franz L. Neumann, “Die soziale Bedeutung der Grundrechte in der Weimarer Verfassung (1930)”, en Wirtschaft, Staat, Demokratie. Aufsätze 1930-1954, (Frankfurt am Main: Suhrkamp, ​​1978); Otto Kirchheimer, “Zur Staatslehre von Sozialismus und Bolschewismus”. Con respecto a la constitución de la posguerra en Alemania, véase Wolfgang Abendroth, “Zum Begriff des demokratischen und sozialen Rechtsstaates im Grundgesetz der Bundesrepublik Deutschland” (1954), en Gesammelte Schriften Band 2, ed. Michael Buckmiller, Joachim Perels y Uli Schöler (Hannover: Offizin, 2008).

48 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 245.

49 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág 290; véase también la crítica de Kelsen a Bauer: Para Kelsen “es de menor importancia si la relación social de las fuerzas de clase se expresa formalmente en un gobierno de coalición” (Hans Kelsen, ‘Otto Bauers politische Theorien’ (1924), en Austromarxistische Positionen, ed. Gerald Mozetic (Viena / Köln / Graz / Böhlau: Hermann Böhlaus Nachf., 1983), pág.212.

50 Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 280.

51 Cfr. Richard Saage, Zwischen Marx und Darwin. Zur Rezeption der Evolutionstheorie in der deutschen und österreichischen Sozialdemokratie vor 1933/34 (Viena / Colonia / Weimar: Böhlau-Verlag, 2012); Ernst Hanisch, Der große Ilusionist. Otto Bauer (1881-1938), pág. 112 y sigs.

52 Otto Bauer, ‘Demokratie und Sozialismus’ (1934), pág. 102. Sin embargo, esta suposición resultó errónea en muchos países: Adam Przeworski, Capitalism and Social Democracy (Nueva York: Cambridge University Press, 1987), pág. 16 y sigs.

53 Wolfgang Maderthaner, “Austro-Marxism: Mass Culture and Anticipatory Socialism”

54 Véase Hal Draper, Karl Marx’s Theory of Revolution: The Dictatorship of the Proletariat.

55 Otto Bauer, “Demokratie und Sozialismus” (1934), pág. 107.

56 Esto podría considerarse como una variedad negativa de lo que Kalyvas llamó “política democrática extraordinaria”: véase Andreas Kalyvas, Democracy and the Politics of the Extraordinary. Max Weber, Carl Schmitt and Hannah Arendt (New York: Cambridge University Press, 2008), pág. 6 y siguientes.

57 Otto Bauer, “Demokratie und Sozialismus” (1934), pág. 107.

58 Para la metáfora de Marx de las revoluciones como la “locomotora de la historia”, véase Karl Marx, “Die Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis 1850 (1850)”, en Marx-Engels Werke Band 7 (Berlín: Dietz-Verlag, 1960), 110; para la revolución como freno de emergencia: “Marx decía que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero quizás las cosas sean muy diferentes. Puede ser que las revoluciones sean el acto por el cual la raza humana que viaja en el tren aplica el freno de emergencia. ‘Walter Benjamin,’ Notizen und Vorarbeiten zu den Thesen, ‘Über den Begriff der Geschichte’ en Gesammelte Werke I / 3 (Frankfurt am Principal: Suhrkamp, ​​1974), pág. 402.

59 Véase Frank Heidenreich, “Das Linzer Programm und die Strategie des demokratischen Wegs zum Sozialismus”, en Otto Bauer: Theorie und Politik, ed. Detlev Albers, Horst Heimann y Richard Saage (Berlín: Argument-Verlag, 1985); Ernst Hanisch, Der große Ilusionist. Otto Bauer (1881-1938), pág. 230 y sigs.

60 Para una perspectiva crítica sobre el papel del partido socialdemócrata, véase Norbert Leser, Zwischen Reformismus und Bolschewismus. Der Austromarxismus als Theorie und Praxis, (Viena / Frankfurt / Zürich: Europa Verlag, 1968), pág. 470.

61 La crítica de izquierda fue formulada por Ilona Duczynska, Der demokratische Bolschewik. Zur Theorie und Praxis der Gewalt (München: List Verlag, 1975): “El Schutzbund nunca fue diseñado para tal intervención, sino como un gesto de amenaza. La mera existencia de tal formación paramilitar […] debería mantener a raya a las fuerzas reaccionarias y al fascismo el mayor tiempo posible “(222); para la crítica de derecha, véase Norbert Leser, Zwischen Reformismus und Bolschewismus. Der Austromarxismus als Theorie und Praxis: “El Programa Linz se acercó más a un derecho meritocrático a la resistencia que a la teoría marxista, que utilizó para legitimar una cuestión de curso”. Pág. 398.

62 Hans Kelsen, “Otto Bauers politische Theorien” (1924) pág.205.

63 Este puede ser un problema persistente en todas las políticas de amenaza, ver para una investigación más detallada: Kolja Möller, “Drohung und Verfahren”, en Prozeduralisierung des Rechts, ed. Tatjana Sheplyakova (Berlín: Mohr-Siebeck, 2017).

64 Ilona Duczynska, Der demokratische Bolschewik. Zur Theorie und Praxis der Gewalt, (München: List Verlag, 1975) p. 222.

65 Ilona Duczynska, Der demokratische Bolschewik. Zur Theorie und Praxis der Gewalt, (München: List Verlag, 1975) pág.70.

66 Citado en: Norbert Leser, Zwischen Reformismus und Bolschewismus. Der Austromarxismus als Theorie und Praxis, (Viena / Frankfurt / Zürich: Europa Verlag, 1968) pág.155.

67 Ver p. Ej. Otto Bauer, Die österreichische Revolution, pág. 186.

68 Esto aproxima a Bauer a la teoría crítica del estado de derecho que rodeó a la Escuela de Frankfurt temprana; ver p. ej. Otto Kirchheimer, “Zur Staatslehre von Sozialismus und Bolschewismus”; William E. Scheuerman, Between the Norm and the Exception: The Frankfurt School and the Rule of Law (Massachusetts: MIT Press, 1997).

69 Susan George, Shadow Sovereigns: How Global Corporations are Seizing Power (Cambridge/Malden: Polity Press, 2015).

Artículo de Kolja Möller quien es profesor interino de teoría constitucional en la Universidad Politécnica de Dresde y miembro investigador del proyecto “Transnational Force of Law” de la Universidad de Bremen.

Traducción: a cargo de Rodrigo Córdova (integrante de Equipo Editorial Heterodoxia) y Rafaela Apel

Publicación original en: https://www.researchgate.net/publication/322284021_The_Red_Polybius_Otto_Bauer’s_theory_of_the_democratic_republic

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